Es un rostro muy conocido del ambiente artístico argentino, sobre todo por sus ojos, clarísimos y muy expresivos. Formó parte de la TV blanco y negro antes del color, en elencos de grandes telenovelas y series. En el cine trabaja desde los 70 hasta este año, como parte de la película “El peor día de mi vida”, dirigida por Daniel Alvaredo.

Sin embargo, lo que nunca dejó Constanza Maral es el teatro, como actriz, como directora y como docente. En los últimos tiempos reparte su pasión entre ese arte y la Secretaría de Cultura de la Asociación Argentina de Actores (AAA) que ocupa. En este rol visitó LA GACETA, con motivo de la entrega de los premios Artea que la delegación local concretó el sábado.

“Me gusta esto de empezar a devolver un poco de todo lo que la entidad me ha dado a lo largo de toda la vida; lo hago con mucho amor y placer”, sostiene Maral, quien se encarga de coordinar cursos durante todo el año para asociados y también abiertos al público en general.

Actores-autores

“En los últimos años los actores empiezan a ser dramaturgos de sus propias obras por necesidades diversas; pero ante todo porque es muy complicado conseguir derechos. Eso termina siendo beneficioso, porque los grupos se organizan para montar su propio espectáculo. Antes los autores y los actores nunca se juntaban. En la medida en que aparezcan cada vez más autores importantes, el teatro va a mantenerse más vivo y más representativo de lo que pasa en cada lugar”, define.

Como directora resalta que le gusta mucho trabajar sobre lo chiquito, lo particular. “Soy una analista exhaustiva del texto, y cuando trabajo otros autores, sobre todo alguno nacional, necesito que me cuente lo particular del lugar, porque ahí está la riqueza”, destaca.

En sus clases de teatro hace hincapié en la formación integral de los actores, algo que reconoce en falta. “Si creés que se trata de verte solo bajo la luz o con ropas, conmigo no -les advierte-. Hay otras escuelas. Como actor tenés que conocer de todo, mínimamente: saber cómo se maneja una consola, qué pasa con la luz, hacer un estudio del espacio, y todo eso conlleva también a lo que tiene que ver con la dramaturgia”.

Por eso defiende que “los alumnos deben tener una idea acabada del todo”. “Para que describas una parte, tenés que manejar el todo, tanto si vas a escribir, a dirigir o actuar, particularmente en estos tiempos en que muchos de nosotros, mientras hacemos teatro profesional, también hacemos teatro independiente. Entonces no es sólo luces, maquillaje o vestuario -enfatiza-. A veces no es fácil, sobre todo en momentos como estos, en medio de una cultura light, use y tire, livianito”.

“Tengo que decir que me pone contenta ver que los actores estamos entendiéndonos, yendo todos para adelante”, afirma. Alude a que no pudo llegar antes a Tucumán porque participó de un lanzamiento en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, en Buenos Aires: la diplomatura en Dramaturgia, una formación de un año que refrendaron la AAA, Argentores (la Sociedad General de Autores de Argentina), Sagai (Sociedad Argentina de Gestión de Actores Intérpretes), Aadet (Asociación Argentina de Empresarios Teatrales) y el Centro Cultural Paco Urondo.

Lo gremial

Maral recuerda la historia de AAA, uno de los sindicatos más viejos del país (tiene 98 años), que nació a partir de una huelga porque los actores querían tener un día de descanso semanal.

“Así arrancamos hasta la lucha de hoy”, señala, y comenta otro aspecto complejo de comprender, en relación con la ley del actor: “tenemos la jubilación; fue otorgada por el Gobierno anterior, pero una ley que se reglamenta de una manera no abarcativa, como está pasando en esta gestión, deja muchos logros afuera”. “Además, desde hace 70 años se está intentando que el actor acceda a la jubilación -resalta-. La atipicidad del trabajo de los actores determinó con el tiempo, que los empresarios se enriquecieran y los actores quedaran relegados en sus derechos”.

“Estoy luchando en la AAA por una jubilación digna; yo la tengo -confiesa-, pero trabajé hasta 15 horas por día en el nacimiento de la TV color. Ningún productor hizo aportes por mí, con lo cual yo me jubilo con la mínima, gracias a las moratorias. Esto me excede de todo comentario. Todavía nos resta una lucha ardua porque así como se está reglamentando la ley en este momento, no sirve”.

A pesar de todo, Maral sostiene que el teatro es apasionante en todos sus aspectos, y asevera que lo enriquecedor es hacerlo en red. Y confiesa: “además es tan excitante que volvería a elegir mil veces esta profesión si volviera a nacer. Es el único amor que no me decepcionó”.